La espera
18:40
No sé dónde he estado, no sé como he llegado aquí, a esta carretera polvorienta en mitad de no sé dónde. Debe ser verano, está cayendo el sol y la temperatura es cálida ... Corre esa brisa de atardecer que me reseca los labios y me recuerda el sabor del polvo del camino. Estoy al borde de este camino, dibujado por una fila de árboles a ambos lados del mismo, como un ribete. Todo es en blanco y negro, incluso yo misma ... Llevo en la mano una pequeña maleta y un pañuelo gris. Debo estar esperando a alquien, creo que sí. De vez en cuando aparto el cabello de mis ojos y me fijo en el horizonte del camino, donde los ribetes de árboles se unen. No pasa ningún coche, no pasa nadie. Sólo se oye la brisa y las bandadas de pájaros posándose en los árboles, preparando su descanso nocturno. Estoy esperando, y esa es la única certeza que tengo y que me impide caminar hacia adelante. No sé quién vendrá, no sé a quien espero, pero sé que no debo marchar.
Una nube de polvo a comenzado a formarse allí dónde se crea el vértice de los árboles del camino, cada vez es más grande y comienzo a escuchar el sonido de un coche a toda velocidad ... Mi corazón comienza a latir como si quisiera salir de mi pecho, mi respiración se acelera. En su cercanía, el vehículo descapotable va aminorando su marcha, dejando atrás la estela polvorienta y árida del camino, hasta detenerse junto a mí. Sus ojos negros y brillantes me sonríen, se han clavado en los míos y su sonrisa blanca resplandece en todo este paisaje gris, blanco y negro. No dice nada, yo tampoco. Sólo sé que la espera ha terminado. Me he subido a ese coche y nos hemos mirado sonrientes sabiendo en nuestros corazones que la espera se ha terminado. No recuerdo su nombre, tampoco el mío. No sé a dónde voy, pero me he cogido a su brazo y he apoyado mi cabeza en su hombro y he vuelto a tener esa extraña sensación de certeza. El conduce a algún lugar al que iremos juntos, no hablamos pero sí nos miramos y sonreímos. No sé a dónde voy, sólo sé que recostada en su hombro estoy en casa y nunca querré moverme de aquí.
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