Hoy he vuelto a pasar por nuestra calle. Ya no luce igual la fachada de nuestra casa, no está tan limpia como cuando era nuestra, tampoco la persiana de la entrada. Casi he visto moverse y levantarse la persiana, y he visto a mi padre salir de la casa, directo a un coche que ya no está ... Y mi imaginación se ha puesto a volar ... He parado el coche, y he llamado al timbre. Luego, sin saber cómo, me he visto en el interior de la casa, buscando a mi madre en el patio, en aquel patio tan limpio y lleno de aspidristas, verdes y hermosas. He visto a Lía, aquel precioso Gos D'atura que ha venido a saludarme con una de sus sonrisas antes de llegar a la pequeña cocina del patio de la que salían olores maravillosos, olores que me recuerdan a la familia que éramos, y he encontrado allí a mi madre más joven, más alegre, más feliz ...

He escuchado la voz de mi hermano, arriba en su habitación, tarareando alguna de las canciones que solía escuchar mientras se preparaba para salir. He visto a mi hermana más joven, como era antes de casarse. He recordado cada rincón de aquella casa, cada mueble, cada olor ... Hasta que me he despertado de ese sueño de milésimas de segundo, cuando mi coche pasaba junto a la fachada. He minorado la marcha todo lo que he podido para mantener más tiempo esa sensación: la de que iba a parar, iba a llamar al timbre de aquella casa y os iba a encontrar a todos allí, como hace años.

Octubre es un mes que me sacude el corazón y los recuerdos. Ya sólo quedamos mi madre, mi hermana y yo. ¡Cuánto os echo de menos! Y cómo me gustaría llamar a esa puerta, y encontraros a los que faltáis, allí, de nuevo.