Día de recuerdos

12:50

He llegado hasta aquí, sin palabras, sin caminar, llevada por mi pensamiento ... Me he sentado en esta roca oscura y cortante, he cerrado los ojos y me he llenado del olor del mar. Observo su amplitud, e intento fijar mi vista en la línea de su horizonte, inalcanzable.


Escucho el romper de las olas en las rocas, y vuelvo a cerrar los ojos para sentir otra vez ese olor y recibir en mi rostro la gran cantidad de pequeñas gotitas de agua y espuma salpicada, movidas por el viento. Veo los picos de espuma blanca de las olas y puedo casi hacer real aquella situación que tantas veces se dió en mi infancia: A un lado mi padre con su caña, yo con la mía y mi hermano pequeño con la suya. Eran cañas de pesca creo que de bambú, eran naturales y divididas en varias piezas y que había que montar para poder usar, con sedal, anzuelo y un corcho pintado de rojo en su mitad superior. También puedo recordar los cebos, unas lombrices de tierra metidas en serrín y que vendían en unas pequeñas cajas cuadradas. Recuerdo lanzar  mi caña con el anzuelo y esperar ... Notar en la caña los pequeños tirones de los peces mordiendo el cebo, hasta que por fín, en uno de esos tirones, veía doblarse casi en forma de herradura el extremo de la caña y hundirse aquel corcho rojo durante 3-4 segundos ¡¡era el momento de tirar!! Hacerlo con fuerza y ver salir el pez con el anzuelo mordido. Cada vez que cogíamos uno, lo lanzábamos a un hueco grande socavado en la roca donde nos encontrábamos, y que estaba lleno de agua de mar de la marea de la noche anterior. Ahí, en ese diminuto "mar", era donde pescaba mi hermano pequeño con su minúscula caña ... No puedo evitar sonreir recordando aquello, y cómo mi hermano decía ¡pican, pican! mientras ponía su anzuelo con cebo en aquel gran charco salado e intentaba pescar de nuestra pesca ...

Hoy he venido a este lugar con mi mente, con sólo mi imaginación. Pero puedo oler el mar, puedo ver su grandeza y puedo veros a ambos, tal como érais esos días ... Aunque ya no puedo veros tal como sois hoy, tal como seríais. Me alivia el casi sentir el olor del mar, el viento en mi cara, y saber que siempre os tendré en mis recuerdos, y que aquí podré visitaros siempre que sea insoportable el echaros de menos.

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